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Aquí es la Tierra
Si alguna vez perdí el paraíso fue culpa de la manzana que me prometió la sabiduría y la belleza.
No existe el exilio.
Para vivir me basta vivir aquí, entre la Tierra y las estrellas, bajo estas nubes que amo, habitante de este aire que respiro, la luz que me define.
Nada encuentro digno de maldecir, como no sea la ingratitud del hombre hacia el milagro de su ser.
No aspiro a otros mundos ni a otros cielos. Me basta la porción de maravillas que me asignó la Vida: un lecho para soñar, un cuerpo para amar, un corazón para creer, dos manos para bendecir y crear de la nada el infinito.
Porque la Tierra no es, después de todo, sino el pequeño terrón que uno modela a imagen de sus sueños, día a día, con humildad y adoración.
A eso llamo ser fabuloso: iluminar el barro de sentido, dejar en el aire la caricia que honró la vida.
Eso somos: dejar de ser eternamente. Chispas de silencio en la noche. Transeúntes de un reino que es y no es, donde el Dragón y el Arcángel inventaron la muerte y la belleza, la sed y el agua.
Aquí es la Tierra pero aún no hemos llegado.
Aquí nos mandaron los dioses a jugar este juego de días y nubes que pasan bajo el eterno astro del Existir.
Gonzalo Arango.
Gonzalo Arango es uno de mis poetas favoritos de hace 20 años o más en que lo conocí.
Recuerdo que me lo presentó una chica que en ese momento tenía 31 años y estaba recibida en letras. Al mismo tiempo yo iba a la Untref y aparecieron los estudios de los movimientos artísticos. Los dos movimientos con los que sentí más afinidad fueron desde entonces Fluxus y el Nadaísmo. Gonzalo Arango es el fundador del Movimiento Nadaísta.
De aquí Nadadora Nadaísta.
Hace dos días fue mi cumpleaños. O mejor dicho se cumplió otro ciclo solar, el número 41. A la tarde, cerca de mi hora de nacimiento fui al mar, al volver lo primero que hice fue agarrar el lápiz óptico. A decir verdad es una herramienta al a que siempre me negué y no me gusta lo que es 100% digital. Será por mi generación, gustos, o por lo que estudié que me gusta la integración de todo. En el verano buscando "la herramienta" de este lugar que habito, entre otras, apareció este lápiz wacom con tablet. Esto de vivir tan cerca del mar hace que esté muy presente la arena y la humedad o algo quizá todo que me hace dibujar menos como lo venía haciendo y entonces tengo la necesidad de encontrarme con mi propia evolución y nueva herramienta. Teniendo en cuenta mi forma de vida y el presente que vivimos creí que era una buena idea probar ésta, que es una nueva tecnología en mi vida. Veremos como sigo, la verdad no me es muy gustoso, me hace falta la materia pero a su vez es súper liviano y me permite dibujar todo el tiempo sin tener que hacer la ceremonia que hacía para hacer este tipo de ilustración. Se re nota la diferencia en el trazo, en la textura, en la sensibilidad del lápiz en una Tablet, es otra historia. Vaya a saber que pasa. Veremos a donde va todo esto. Comparto el proceso de las imágenes y las que hice. Trabajé en Photoshop con capas de imágenes. Elegí ser autorreferencial para esta etapa.
Estas ilustraciones están linkeadas a una nueva serie que realizo llamada #quevivaenlapiellacorriente y que si son ilustraciones en papel, a mano, sobre cuadernos, libros, y demás. En este caso retomo a los caracoles, y creo el puente entre lo analógico y lo digital, que es una de mis prácticas desde siempre. Las paletas de colores que aparecen viran entre dorados, ocres, arenas, grises, marrones, son los colores de este espacio que habito. Siento la presencia muy presente de los pasteles y los contrastes y luces del sol. Los días en este lugar. Como siempre digo, este es el mejor lugar para estudiar la teoría de la luz y el color. Seré breve por hoy y finalizo este texto aquí invitándoles a sumarse a mis redes y comentar la entrada. Gracias.
Texto e imágenes: Vale Lamat
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